- ¿Por qué no? -Me sacudió los hombros.
Era una locura.
- Porque es una locura.
Me miró con picardía.
- ¡Es amor! -Me besó los labios.
- Es una locura... -Protesté.
- No, es amor. -me volvió a besar.
- ¿Y sabes realmente qué es eso? -Traté de tenderle una trampa.
- Sí. -Dijo convencido.
- Y... ¿qué es?
- Amor es: un “Quiero encontrarte”.
No pude atraparle. Me había sorprendido. Me había atrapado él a mí y el rápido latir de mi corazón era la prueba de ello.
- Vaya...
- ¿Y tú? ¿sabes qué es el amor? -Trató de atraparme nuevamente.
- Sí...
Sabía cómo salir de su trampa.
- ¿Y qué es? -Me miró dulcemente a la espera de que no supiera contestar.
- Amor es: un “Te he encontrado”.
Me levantó la barbilla y la tocó con sus cálidos labios.
Mi cuerpo se estremeció como siempre lo hacía entre sus besos. Me apartó el pelo dulcemente, volvió a besarme el cuello y con una de las manos me tapó los ojos, impidiendo por completo mi visión. Su labios rozaron los míos, uniéndose poco a poco, como si estuvieran hechos para estar juntos.
Le rodeé el cuello y me puse de puntillas para alcanzarle mejor. Mis labios le atraparon. Mordieron los suyos con delicadeza.
Él se rindió y dejó hacerse, me puso sobre sus pies, dando vueltas sobre sí mismo, aun dejándome a ciegas. Aparté su mano y nuestros labios resbalaron el uno sobre el otro, poco a poco dejándose rendir. De aquella trampa, él no había podido escaparse.
- Te quiero. -Le susurré al oído.
- Eso también es una locura... -Contestó.
- No... -Confesé-. Es amor.
Fragmento del último capítulo de: “Quiero Encontrarte”.
La historia que me hizo susurrar a las mariposas.
…