sábado, 28 de diciembre de 2013

"No pecarás"

Y me rendí, me salté todas las reglas para dejarme llevar por tus ritmos atrayentes, cuyas notas mi cuerpo seguía sin disputa.
Me dejé llevar, y que mi ropa cayera al suelo, que mi piel se erizara con tus roces y mi pecho ladrara por tus besos.

Reconozco que me perdí con tu mirada, y caí en las garras de la tentación.
Como Eva que mordió su manzana, yo probé del fruto de tu pasión.

martes, 25 de junio de 2013

Lecciones de amar.


En mi corta carrera en el amor, me he dado cuenta de que hay dos formas de amar.
Una primera forma, la más utilizada y la más engañosa de ellas, es la de rellenar un hueco.  Creo que todos tenemos una especie de hueco, un hueco que hemos ido formando a lo largo del tiempo y de nuestros fracasos amorosos. Ese hueco está lleno de grietas, imperfecciones y recovecos. Pues bien, un buen día llega alguien que rellena ese hueco, alguien que cumple con todas tus expectativas, alguien que se adapta a esos recovecos tuyos, y permanece en ellos plácidamente hasta que decidas arrancarlo. Eso sí, siempre duele desprenderse de alguien que has amado, pero has de hacerlo porque llega el momento en el que te sientes lleno pero no satisfecho.

La otra forma de amar, a la que yo prefiero aferrarme, es la del amor invasor. Llega cuando menos te lo esperas, te ataca y te irrumpe sin pedir permiso. Es alguien que no respeta tus expectativas, alguien que se mete en un tu pecho y hace que sean tus expectativas las que se creen a partir de él. Se crea alrededor de ese alguien su propio espacio en tu corazón, y el juego se invierte: de repente es él el que te enseña lo que quieres y no al contrario. A partir de ese momento no esperas nada, simplemente dejas que te invada, que sea él que te enseñe a amar y no a cumplir con estúpidos requisitos.
Es amar de verdad, a quien te enseña a amar y no a que le ames.