lunes, 20 de febrero de 2012

Sólo cierra los ojos...

Guardé un sueño para ti, lo separé de los demás con cuidado,
lo mantuve a buen recaudo entre mis manos,
a donde nadie nos lo podría robar.

Si prometes que no se lo dirás nadie, lo soltaré,
y veremos cómo vuela, cómo se hace libre poco a poco.


Susurraré uno, dos y tres, y cerrarás los ojos,
pero no lo hagas de mentira, que te conozco,
tienes que creer, tienes que desearlo,
y cuando estemos listos lo dejaremos ir.

Guardé este sueño para ti, porque es el más especial,
lo separé de los demás con cuidado,
es mi favorito, el más fuerte de todos,
lo mantuve a buen recaudo entre mis manos,
a donde nadie nos lo podría robar,
nuestro sueño,
dulce sueño, aquél,
de tú y yo,
y nadie más.

jueves, 9 de febrero de 2012

Estaba escrito...

Quisiera decirte tantas cosas, y no sé cómo.
Me equivoqué, creé mis propias normas, tan ridículas y equivocadas.
“No me enamoraré de ti”. ¿Qué estúpida regla es esa?

Me dije, que todo era sólo una casualidad, y que no pasaría nada nunca. Pero me equivoqué. Resulta que elegí a un “último alguien”, para estar a su lado durante mis últimos tiempos aquí y qué curioso, me equivoqué totalmente.

Estabas ahí siempre, estabas incluso cuando no lo sabía, estabas antes y después, estabas siempre.
Y ahora, cuando hay tanto en juego, cometo la estupidez de darme cuenta de mis estupideces.
Eras tú, siempre lo habías sido, y no sé qué hacer ahora que me di cuenta.
Podría pedirte que me perdonaras, y sería injusto porque llevo la ventaja, de saber que lo harías.

Te has metido en mí, sin que me haya dado cuenta, cómo lo has hecho, no lo sé. Pero me da miedo sentir que me gusta, me da miedo sentir que estaba escrito, como si todo tuviera que pasar así, de este modo tan doloroso y tan perverso.

Tú, que no entiendes de normas, tú que no entiendes de “noes”, tú que no sabes porqué estoy aquí.
Te lo diré, sin más remedio:
estoy aquí por ti.

Quisiera decirte...

¿Notas cómo se mueve el mundo?
Y no parará, nunca lo hará.
Y si no puedes más, agárrate a algo,
como si pudieras tener un poco de estabilidad.
Pero cada vez irá más y más rápido.
El destino da tantas vueltas que te acabas mareando.
Siente cómo, bajo tus pies, el mundo se mueve a una velocidad
que no puedes seguir.
¿Lo notas?